martes, 9 de noviembre de 2010

El 'Jefe' del atletismo se jubila




Días antes del maratón de Nueva York, Haile Gebreselassie fue muy contundente con aquellos que le plantearon la retirada del atletismo. «¿Por qué habría de hacerlo? ¿Por qué debería de hacerlo dentro de tres o cuatro años? Todavía quiero hacer más cosas», declaró el etíope de 37 años. Por eso, y pese a que una tendinitis en su rodilla derecha le obligara a abandonar en el kilómetro 25 de la maratón más multitudinatia del mundo, nadie se esperaba lo que el plusmarquista del maratón tenía que decir en la rueda de prensa posterior. Quizá por eso, educado como siempre, Haile Gebreselassie lo hizo pidiendo permiso. «Nunca he pensado en la retirada, pero por primera vez, este es el día. Permitidme que deje el atletismo y me dedique a otros trabajos después de esto», solicitó el 'Jefe' (Neftenga), uno de los atletas más grandes de la historia, que ayer dio el paso definitivo para convertirse en una leyenda de este deporte.
Después de tantos años dedicados a hacer kilómetros, de tantos éxitos y momentos de gloria, a sus 37 años Gebreselassie decidió que era el momento de dar marcha atrás en sus pretensiones de ser campeón olímpico de maratón en 2012. Una nueva lesión tiene la culpa de que el laureado fondista etíope decidiera que era el momento de colgar las zapatillas y dedicarse a sus negocios. «Es mejor dejarlo ya. No quiero volver a quejarme a partir de ahora», deseó. Sin duda, el recuerdo de aquella lesión en el tendón de aquiles en 2004, que le hizo pasar por el quirófano y estuvo a punto de acabar de forma prematura con su carrera, ha pesado en el ánimo de Gebreselassie y en la decisión que tomó ayer.
Probablemente, con cuatro títulos mundiales y dos oros olímpicos, además de 25 plusmarcas planetarias, Gebreselassie considera que su palmarés ya está suficientemente cargado tras 17 años -desde que fue campeón del mundo de 10.000 metros en Stuttgart'93- llenos de éxitos. Y a buen seguro que piensa que es mucho más de lo que pensaba cuando con siete años se escondía en la granja que su familia -eran diez hermanos- tenía en Arsi para escuchar los triunfos de su compatriota Miruts Yifter en los 5.000 y 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de Moscú'80. Aquellos sueños en los que emulaba a Yifter se harían un día realidad, aunque como Gebreselassie solía reconocer, «nunca esperé a ser lo que he sido».
Aquella ilusión juvenil, unas condiciones ideales para el fondo -apenas 1,63 metros de altura y 55 kilos hoy en día, y un entrenamiento diario camino de la escuela, que distaba diez kilómetros de la granja de sus padres -se suele decir que su diferencia en el movmiento de brazos es de llevar los libros mientras corría camino de la escuela- formaron este talento del atletismo. Caminos de barro y piedras que para este joven sin zapatillas, las primeras las tuvo a los 14 años, también cincelaron un estilo de zancada, de puntillas -«para no hacerme daño»-.
El mejor fondista
Gebreselassie se dio a conocer al público en 1992, cuando con 19 años se convirtió en campeón del mundo junior, en 5.000 metros. Un año después, ya empezaría a sumar títulos en categoría absoluta. Fue en Sttutgart'93, cuando se hizo con la victoria en los 10.000 metros, distancia que sería su favorita durante los años en los que dominó en las pruebas de pista.
Entre ese año y 1999 encadenaría cuatro títulos mundiales, el último de ellos en Sevilla, mientras que en los Juegos Olímpicos se haría con el oro en Atlanta'96 y en Sidney'00, donde dejó un final de carrera para la historia, codo con codo, con el que ha sido su gran rival en todos estos años, el keniano Paul Tergat. Fueron tiempos de gloria, con victorias, con plusmarcas mundiales en prácticamente todas las distancias que abordaba, que izaron a la cumbre del fondo mundial a este etíope que siempre tenía una sonrisa en la boca.
'Gebre' comenzó a replantearse su futuro con la llegada del nuevo siglo. La aparición de talentos como Kenenisa Bekele le llevaron a pensar que su futuro estaba en la carretera, al estilo de su viejo rival Tergat, que ya se había pasado al maratón. Así lo hizo en 2002, pero en aquella cita de Londres se dio cuenta que su salto no iba a ser sencillo. Fueron tiempos de dudas y de lesiones, como la del talón de aquiles. Pero en 2005 volvió a la carga. Su trabajo y su ilusión por ser el más grande en el maratón dieron sus frutos primero en 2007 en Berlín, cuando, como no, pulverizó el registro de Tergat y lo dejó en 2.04.26. Y al año siguiente, en 2008, agrandó su leyenda al ser el primero en bajar de las 2 horas y 4 minutos. (2.03.59).
Fue poco después de verse envuelto en una de las pocas polémicas que ha protagonizado en su carrera deportiva, cuando renunció a los Juegos de Pekín por culpa de la contaminación. «Ya tendré tiempo de ser campeón olímpico en 2012. Tendré 39 años». Pero ayer, tras sufrir por culpa de su rodilla, decidió que no. Que ya es hora de parar, y pensar en otras cosas. Como en su familia, en sus tres hijas, o en sus empresas. El edificio Alem de Adis Abeba es suyo, y desde allí gestiona sus empresas, entre ellas un cine y un hotel. A ellas se dedicará uno de los mejores atletas de todos los tiempos, aunque a buen seguro seguirá, con su sonrisa, ligado de un modo y otro al atletismo.


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